Hoy, desde el comienzo del convite, toda la celebración hizo vibrar de gozo los corazones e hizo estallar los más íntimos sentimientos hacia una tierra plena de un recóndito pasado ancestral que hoy brilla con un fuego propio, el fuego de la existencia milenaria.
Así es Oaxaca, la tierra que comparte hoy lo suyo, lo propio con todos los visitantes venidos de todas partes del mundo.
Y es que con la gran celebración de la Guelaguetza, Oaxaca recibe a miles de turistas, hombres y mujeres provenientes de lejanos destinos para alcanzar el encuentro con la tierra de las deidades vivientes que florecen cada año.
En este convite participaron Charros y Chinas Oaxaqueñas, del encuentro de los mares llegó el pueblo Ikots de San Mateo del Mar; de la Costa, San Lorenzo Jamiltepec, y de Santo Domingo Tehuantepec, también las delegaciones de San Juan Bautista Valle Nacional y Chalcatongo de Hidalgo.
El convite que se movió como una río bronco, vibrando sobre el centro histórico, partió del Jardín Morelos a la Alameda de León, el destino final, para presentar sus bailes, sus sones y sus jarabes.
Venga la música para vivir el gozo de este pueblo que celebra la vida y la edad de la voz y de los años.
Así es Oaxaca, magia, color y alegría