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Industrialización con rostro humano: el proyecto de la Primavera Oaxaqueña
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* La articulación entre el proyecto nacional de la 4T y la estrategia estatal de la Primavera Oaxaqueña convierte a Oaxaca en un territorio clave para demostrar que el desarrollo económico puede ir de la mano de la justicia social, la equidad y la sostenibilidad

Por Jesús Romero

Oaxaca está dando un paso decisivo hacia el futuro: dejar atrás el rezago y abrir la puerta a una industrialización con justicia social. Después de décadas en que nuestra economía se sostuvo principalmente en el campo, el comercio y el turismo, hoy tenemos la oportunidad de construir una base industrial moderna, sostenible y generadora de empleos de calidad, que complemente y potencie nuestras fortalezas tradicionales.

La consolidación del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, el desarrollo de polos de bienestar y parques industriales, así como la modernización de nuestra infraestructura carretera, ferroviaria y portuaria, colocan a Oaxaca en la antesala de una etapa inédita de crecimiento. Y este impulso se da en un contexto inédito: Oaxaca está en su mejor momento político, social y económico, condiciones indispensables para que la inversión florezca y el desarrollo se convierta en bienestar compartido.

El antecedente histórico: una industrialización inconclusa. Oaxaca ya vivió un primer intento de industrialización en la segunda mitad del siglo XX. En aquel periodo se impulsaron proyectos emblemáticos como la Refinería Antonio Dovalí Jaime en Salina Cruz, la planta cementera en Cruz Azul Lagunas, y los complejos fabriles de Tuxtepec vinculados a la industria azucarera y papelera.

Estas iniciativas marcaron un acercamiento temprano a la modernidad económica; sin embargo, quedaron limitadas a polos aislados y no lograron convertirse en un motor de desarrollo integral para el estado.

En lugar de consolidar un proceso industrial, Oaxaca sobrevivió gracias a dos factores externos:

– Las remesas, que durante años se convirtieron en una de las principales fuentes de ingreso de las familias oaxaqueñas y que hoy representan alrededor del 15% del PIB estatal.

– Los subsidios y programas sociales, que si bien ayudaron a paliar la pobreza, no lograron transformar las estructuras productivas ni ofrecer una salida duradera al rezago.

A esto se sumó el lastre de pésimos gobiernos locales que defraudaron la confianza del pueblo, saquearon el presupuesto público y abandonaron cualquier estrategia de desarrollo de largo plazo. Lejos de fortalecer las bases productivas, alimentaron el clientelismo y la corrupción, condenando a Oaxaca a depender de factores externos para sobrevivir.

El resultado fue claro: mientras otras regiones del país avanzaban en su industrialización, Oaxaca permaneció rezagado, con altos índices de pobreza y desigualdad.

A diferencia de aquel intento aislado, la industrialización que hoy se plantea como parte de la Primavera Oaxaqueña no se limita a enclaves productivos, sino que busca un modelo integral, sustentado en:

– Infraestructura logística (puerto, ferrocarril, carreteras, gasoducto).

– Energías limpias como eje de competitividad.

– Vinculación entre industria, comunidades y cadenas de proveeduría local.

– Gobernabilidad y paz social como condición indispensable para atraer y retener inversión.

Este proyecto se enmarca también en la visión de la Cuarta Transformación, impulsada primero por el presidente Andrés Manuel López Obrador y hoy continuada por la presidenta Claudia Sheinbaum, quienes han colocado al sur-sureste de México como la nueva frontera de desarrollo nacional.

La articulación entre el proyecto nacional de la 4T y la estrategia estatal de la Primavera Oaxaqueña convierte a Oaxaca en un territorio clave para demostrar que el desarrollo económico puede ir de la mano de la justicia social, la equidad y la sostenibilidad.

Industrialización como motor de justicia social

La industrialización que hoy se proyecta no puede ser excluyente ni desigual, como ocurrió en otras etapas del país. Debe convertirse en un instrumento para reducir la pobreza y la desigualdad, prioridades centrales de la administración del gobernador Salomón Jara Cruz.

– Cada parque industrial significará miles de empleos formales, con salarios superiores al promedio estatal.

– Las cadenas de proveeduría permitirán que pequeñas y medianas empresas locales se integren a procesos productivos de alcance global.

– La generación de oportunidades reducirá la migración forzada, ofreciendo un futuro digno a jóvenes y mujeres desde sus comunidades de origen.

La economía oaxaqueña ya no debe limitarse a la producción de materias primas: está llamada a generar valor agregado, innovación tecnológica y empleos con seguridad social. Este es el verdadero rostro humano de la industrialización.

Paz social y gobernabilidad: la base del desarrollo

Pero ningún proyecto de industrialización puede sostenerse sin estabilidad. Las inversiones requieren certeza y las comunidades demandan respeto. Por ello, la Primavera Oaxaqueña también es una apuesta por la paz, la gobernabilidad y la seguridad.

– La construcción de paz social mediante el diálogo permanente con comunidades y actores sociales.

– La certeza jurídica y seguridad pública como garantía de confianza para inversionistas y protección para trabajadores.

– La gobernabilidad democrática, que asegura que el desarrollo económico se traduzca en justicia social y respeto a los derechos colectivos.

Un Oaxaca del futuro

La industrialización de Oaxaca no es un proyecto económico aislado; es parte de una visión más amplia de transformación. Se trata de construir un Oaxaca moderno, competitivo, pero profundamente humano, donde el desarrollo económico sirva como herramienta para cerrar brechas históricas de desigualdad y abrir caminos que aseguren que la prosperidad llegue a todas y todos.

Hoy sabemos que Oaxaca ha sobrevivido gracias a su gente, al esfuerzo de quienes envían remesas desde el extranjero y al apoyo de programas sociales.

Pero también sabemos que esa resiliencia no basta: necesitamos un cambio estructural que libere a nuestro estado del rezago y la dependencia.

La Primavera Oaxaqueña representa ese cambio: un compromiso firme de que la historia de abandono y malos gobiernos no se repetirá. Por primera vez en décadas, la industrialización no se concibe como un privilegio para unos cuantos, sino como un proyecto colectivo que traerá empleo digno, seguridad social y paz para nuestro pueblo.

Ese es el desafío y también la promesa: que en Oaxaca, la industria y la justicia social caminen juntas, para que nunca más se defraude la esperanza del pueblo.

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